Mediante una ecografía, el médico comenzaría con la localización del feto para el posterior control de la posición y movimientos del bebé. Una vez localizado el bebé introduciría en el útero una fina aguja para la extracción del líquido amniótico.
Este método es indoloro y muy rápido, por lo que la mujer no siente prácticamente dolor.
Desde aquí aconsejo a todos las futuras madres con un riesgo mayor de tener un bebé con ciertos defectos de nacimiento u otras condiciones cromosómicas, a que se realicen esta prueba, ya que además de ser indolora prácticamente no tiene riesgos. Solamente hay un pequeño riesgo de aborto espontáneo, pero este es mínimo. Algunas mujeres pueden experimentar dolores, un ligero sangrado o pérdida de líquido amniótico durante el procedimiento, pero complicaciones más graves no son nada frecuentes.
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